El 4 de abril se celebra a nivel mundial la lucha contra las minas antipersonal, esfuerzo construido entre la sociedad civil y los Estados.
En Colombia la Campaña Colombiana Contra Minas – CCCM –, promueve desde 1999 su prohibición, la atención integral de las víctimas, la destrucción de los arsenales y la limpieza de los campos contaminados por los remanentes explosivos de guerra – REG –
En el 2013, los retos son enormes y grandes las oportunidades.
Cerca de ochocientos mil colombianos y colombianas son víctimas por el uso de esta arma, 10.300 de ellos, jóvenes, mujeres, hombres, niñas y niños han sido mutilados o muertos en los últimos 22 años. En no menos de 625 municipios se tienen registros de accidentes relacionados con minas y REG.
Pérdidas económicas, desplazamiento, miedo, dolor, rabia, odio, es la herencia que se ha sembrado en el alma de Colombia con el uso de esta arma. Desde el 2001, fecha en que el Estado colombiano se hizo parte de la Convención de Prohibición de Minas a hoy, no hemos podido como país avanzar en la limpieza de nuestros territorios y en la expulsión de la zozobra en los campos que son teatro de operaciones de la guerra.
Hay una gran oportunidad.
El proceso de paz que se adelanta abriría las puertas a la solución definitiva del problema de las minas en Colombia. Los ciudadanos más pobres, los que viven más lejos de los centros urbanos, los que tienen menos acceso a la salud, a la educación y al desarrollo económico son las víctimas.
Es un imperativo moral abandonar el uso de minas antipersonal. Es un imperativo moral que las negociaciones FARC Gobierno lleguen a buen puerto. Igualmente, que el gobierno y el ELN emprendan negociaciones prontamente pues de lo contrario Colombia seguirá siendo uno de los países con más víctimas en el mundo.
La CCCM llama a la mesa de diálogo de la Habana a poner la problemática de las minas como tema principal. Sin superarlo no tendremos restitución efectiva de tierras, ni retornos ni podremos conseguir desarrollo ni inclusión socioeconómica. Sin superarlo seguiremos presenciando el desangre y el miedo en las zonas rurales del país.