El acuerdo sobre desminado alcanzado recientemente entre el Gobierno Colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) abre la puerta a una experiencia piloto entre dos actores que se han enfrentado durante más de medio siglo y siembra la esperanza de iniciar la reconstrucción de un país en paz.
Así lo manifestó el director de la Campaña Colombiana Contra Minas (CCCM), Álvaro Jiménez, quien este jueves dictó la conferencia “De la barbarie de las minas al acuerdo de la esperanza”, en el marco de las cátedras para la paz que organiza el Instituto Tecnológico Metropolitano (ITM) de Medellín.
“Este acuerdo, para que hombres del Ejército y de las FARC vayan juntos a algunos territorios y trabajen juntos para quitar las minas, es un acuerdo histórico y debemos protegerlo y cuidarlo porque es la esperanza de un escenario de futuro, que podemos dibujar todos los colombianos si somos persistentes pese a las dificultades, si logramos creer a pesar de la ausencia de fe”, expresó Jiménez ante un auditorio de estudiantes del ITM.
A la espera de conocer los puntos específicos en los que ambos actores iniciarán las tareas de desminado en los departamentos de Antioquia y Meta, bajo el acompañamiento de la organización Ayuda Popular Noruega, Jiménez insistió en que el tiempo para alcanzar la meta es algo que todavía no se puede fijar ya que el conflicto armado “impide que se pueda acceder a los distintos lugares”, por lo que “la dimensión real del problema” todavía se desconoce.
En ese sentido, recordó que son las comunidades rurales más apartadas, en condiciones de desamparo institucional, las que más sufren a causa de la siembra de minas, artefactos improvisados y munición sin explotar, un flagelo que está presente en 688 municipios de 31 de los 32 departamentos de Colombia, lo que supone prácticamente el 53 % del territorio nacional.
Preguntado por qué la tarea y el riesgo del desminado no lo asumen sólo las FARC, Jiménez respondió que deben ser los “técnicos” quienes lleven a cabo la descontaminación por estos arefactos en el país y explicó que “hoy quien tiene más capacidad para hacerlo son las Fuerzas Armadas”.
Asimismo, cuestionó si se estaría dispuesto a entregar a la guerrilla los explosivos requeridos para el desminado.
“Todo esto tiene un eje: garantizar la seguridad de los ciudadanos que viven en esos territorios” para que “tengan el mismo nivel de dignidad que quienes viven en las ciudades (…) La barbarie de la que estamos hablando es la que impide que se pueda caminar de forma segura”, manifestó el director de la CCCM.
“Usted puede firmar un acuerdo de paz, pero las minas no saben del fin de la guerra, por eso en naciones como Vietnam, las minas siguen siendo una amenaza y aunque la guerra ya se acabó, siguen habiendo víctimas”, agregó.
Ante este escenario, Jiménez mencionó tres importantes retos: incorporar al Ejército de Liberación Nacional (ELN) al proceso de paz, lograr que las Fuerzas Armadas estén en sintonía con las decisiones del poder ejecutivo y hacer una apuesta electoral por la paz de cara a las elecciones municipales y regionales del próximo octubre.
Por ello pidió la colaboración e implicación de toda la comunidad académica, al destacar el importante papel que juega esta institución en la construcción de debate: “Ser ingenieros es también ayudar a construir la sociedad, ser tecnólogos también es ayudar a encontrar los procedimientos para que la sociedad sea viable”, valoró Jiménez.
“El rol de la sociedad es ser activa, no podemos vivir pasivamente los fenómenos (…) el fin de la guerra es un asunto muy puntual, pero la construcción de paz pasa por definir si el nuevo liderazgo que asuma la voz pública tiene una apuesta por profundizar la democracia en Colombia”.